He publicado el artículo ‘El resplandor no era El resplandor‘ en Cactus, donde abordo la relación entre las obras de ficción y su impacto en los imaginarios colectivos, y cómo las distintas versiones de una obra precipitan continuas relecturas de su contenido, transformándolo. He aquí un fragmento del texto:

En el momento en el que una obra sale del espacio de seguridad de su autor, aunque sea mínimamente, ese trabajo deja de ser exclusivamente del autor (en realidad nunca lo es, incluso cuando está en proceso de creación). Por comodidad (y a veces por cuestiones legales) hablamos de las obras de King o Kubrick, pero difícilmente se puede pensar que tras millones de lecturas y visionados de sus obras, éstas van a permanecer inalteradas. Su contenido va más allá de las letras impresas o imágenes en movimiento proyectados. Se entremezclan con la realidad en la que son alumbradas. El resplandor se traduce de múltiples formas, en otros formatos culturales y artísticos, pero también en experiencias cotidianas. El resplandor, en sus múltiples versiones, media en nuestra realidad, y tras cada (re)lectura de la obra (independientemente del formato), algo se mueve, se modifica, y altera lo anterior y lo que vendrá. Al final, todos los fenómenos de nuestro imaginario colectivo no son más que un palimpsesto de experiencias vitales que se solapan una sobre otra.